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Por supuesto, que nada ha cambiado del mágico centro histórico de Tallin, la ciudad capital del país. El turismo, podría ser una de las actividades más promisorias en medio de la crisis, y para muchos ciudadanos europeos con posibilidades de viajar, una oportunidad de conocer el país a un menor costo. Y es que en Estonia, el lema de crisis = oportunidad, se hace una realidad para los turistas foráneos. En Estonia, tendremos la oportunidad de conocer una de sus principales ciudades, Tallín, de un modo accesible.
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Si lo hacemos en verano, algo recomendable en función del clima, accederemos a la agenda cultural más diversa, con una serie de eventos notables como el festival Jazzkaar, el Oktoberfest estonio, en julio, o el Tallina Vanalinna Päevad, una fiesta medieval. En caso de hacerlo entre noviembre y diciembre, podremos combinar con el Black Nights Film Festival, un evento cinematográfico donde se exhiben películas de todo el mundo.
Tallín, en invierno, es también atractiva por sus saunas y balnearios, una oportunidad para programar días de relajación en el ambiente nórdico. O aún más oneroso, días de compras en los numerosos centros comerciales tan adaptados al frío. La gastronomía típica del país, le pondrán sabor a nuestra estadía, con platos basados en productos de campo y granja, además de pescados como el espadín.
Estonia guarda también lugares “exóticos”, como lo son sus reliquias de tiempos del comunismo. Una de ellas es la cárcel de Patarei, una prisión que bien podría incluirse entre los destinos de miedo, con oscuras historias de los tiempos de terror de Stalin. Tallín y Estonia viven tiempos difíciles, pero se deja disfrutar y apreciar igual que siempre.
Vía:Estonia en tiempos de crisis
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